Archivo de enero 2010
Omar Alcántara
Era los miercoles. Haciamos un circuito cultural, que comenzaba en el cine a las 17, seguía en la misa 19,30 y terminaba en lo de DiFerrante, todo alrededor de la plaza. ¿Era mi otra mamá? Se llamaba Dora. Dora Delle Coste. No nos gustaban las peliculas que el San Martín daba para «la de Damas», a veces nos tocaban del Oeste, o de Tarzán, y a veces de terror, no sabia de que se trataban.Nunca me gustaron. Me gustaba el final de nuestro paseo. Dora me decía, – luego de la misa, nos vamos a ver a «Bolita». Bolita era DiFerrante. El departamento de los DiFerrante quedaba frente a la plaza, subiamos las escaleras y ya nos estaba esperando calurosamente. Luego del saludo de rigor recorriendo la familia, «Bolita» decía : – ¿una copita de licor? y me miraba, e indefectiblemente repetía, «-si queres, podes subir, a ver las fotos.» No escuchaba nada más. Ellas, charlaban como grandes amigas que eran, por no menos de media hora, y en ese interín yo recorría cada palmo de esa sala casi de museo, del gran artista de la fotografía que fué DiFerrante. A un lado de la ventana, estaba la maquina, con sus implementos, a continuación la pileta de revelado y todo lo demás eran fotos. Fotos en las paredes, enmarcadas. Fotos apiladas prolijamente sobre un cartón. Fotos de un Azul, de empedrado, de plaza con palmeras, de Ford T, retratos de la historia de una sociedad apenas surgente. Nunca las terminaba de ver. ¡ Eran tantas!. Un día, Dora me dijo, -Bolita enfermó. Y nunca más volvimos. Nos dió tristeza, y cambiamos de rutina. Fuí creciendo y ya las tareas de la escuela no me permitían pasar tantas horas con Dora. Pero, no deje de estudiar piano en su casa, en el Pleyer que con tanto afecto me abría dos veces por semana, porque me decía, le recordaba a su hija. A Dora la vida la había golpeado cuidando casi veinte años a un hijo parapléjico, y luego llevándoselo. Quiza, vine a suplir esa terrible pérdida. Porque me cuidaba dedicadamente, pero disfrutamos la mutua compañía durante varios años. Me hablaba de «Cota» su hermana, de sus hijas, de los jubilados, de los amigos del barrio, pasaba por lo de Luci, y cantaba …»Francisco Alegre, y olé», y los infaltables tangos femeninos, » …, y una tirita sosteniendo el estofao». Y después me acompañaba a casa, abría la cancel y gritaba: -…»Querida Señoraaaa!…». Ahora con los años, me doy cuenta que las mujeres formamos otras familias, anexas a la propia a veces de otra edad, donde la información pasa , y pasa. Porque se debe transmitir. Gracias, Omar Alcántara por su recuerdo hoy vengo de la mano con un tesoro de mi niñez, que tuvo nombre y apellido, ahora sé que de origen muy azuleño. Por eso le dedico,una foto de la Catedral, donde descansa un amigo de Dora, Monseñor Marengo. A ella le hubiera gustado.
Add a comment enero 17, 2010
al Diplomatico de las Pampas
En diciembre pasado el Consejo Deliberante aprobó por unanimidad designar un pasaje de la ciudad con el nombre de Capitan Rufino Solano en reconocimiento a su labor, el diplomático de las pampas.
1 comentario enero 13, 2010